jueves, 19 de agosto de 2010

En la geografía de mis manos 5





Cinco




Ya no es nuestro el talismán sin fragancia.
Un corazón solitario ha cruzado el último suspiro.
El río transcurre ansioso por mi piel
         lecho de piedras     morada inquieta.
Sobre frío pedestal la señal está escrita
mis pies enredaron cintas que no veo.
-El duelo acaricia con manos frías el cuerpo quieto-
Por qué todo se hace innecesario
        en el país de la sangre enamorada.
Salí siendo promesa de historia diferente
regreso ahogada en un mar helado.
El acantilado aúlla trozos de luna incierta
       y la tierra huele a recién partida.
¿Qué haré para no sentir lo vivido?
Mi sombra se hace pedazos.

Sobreviviente de una boca enmudecida.



Sobreviviente


Tu cuerpo celebraba el encuentro
         tu rostro, mi rostro de estar juntos.
Alegría de ser tan solo brazos.
Fuimos vertientes despeñándonos
        diamantes infatigables
        raptores de huellas que no se detectan
        errante reflejo de la voz del otro.
Atrapado sabor que desvanece
        en aquella barca a la deriva.

Ignoramos: que una mano cualquiera
una garganta con vocales erróneas
una cabeza puesta al descuido sobre los hombros
        podía romper el equilibrio.
Fuimos cómplices de las palabras
los gestos estáticos    la hora que avanza
                                sobre el trozo que le falta a la manzana.

El cazador obtuvo sus presas.
Tu cuerpo no celebraba con júbilo cada encuentro.
Los brazos cayeron sin pesada carga.
Mi boca esperó el impacto
         cuando estar juntos no fue la medida esperada.
El salto al vacío y las náuseas, lo que sentí
al desprenderse el amor de nuestras manos.

Tu rostro tuvo los rasgos de todas las caras
mi rostro
         lágrimas.





® Cecilia Ortiz

(Imagen, Sonia Safa en Flickr.com)

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